Llegamos
a Peña Folenche para ver la casa de la roca sin saber que esta visita
terminaría en un lugar muy interesante.
Me
impresiono ver las enormes rocas sobre la casa
Después
de fotografiar la casa de la roca y la panorámica del pueblo y alrededores que
se podía ver desde la cima, nos paramos en detalles de paredes, puertas y todas
esas cosas que tanto nos gustan, entre ellas una banqueta hecha hacía muchos
años. Una señora nos dijo que la había hecho su padre y esto dio pie a una
larga conversación. La señora, no recuerdo su nombre, tenía familia en Petín,
otro dato que hizo más amena la
conversación. Nos enseño la roca en donde se podía ver una cara y nos dijo de
otro lugar, muy visitado y del que yo siempre pensé que era un pueblo.
Nos contó
que no estaba lejos Sequeiros, no un
pueblo como yo creía. Sequeiros, llamado así por ser el lugar donde se secaban
las castañas. Nos indicó el camino. Nos
despedimos hasta la próxima y comenzamos
el paseo hasta el lugar indicado
El
camino se fue adentrando en un soto de castaños centenario de maravillosa
formas y frondoso follaje. Era como pasear por un cuento, casi puedo decir que
se notaba la presencia de los duendeciños que desde algún tronco nos observaban.
Sequeiros
apareció siendo como un pueblo, muchos edificios todos para secar castañas y
una casona grande en muy mal estado. Se veía la importancia que tuvo en su
tiempo, el trabajo de coger las castañas, subirlas al secadero y esperar hasta
que ya se habían secado, días de trabajo
en convivencia y noches de cuentos y leyendas.
Para secar las castañas